Son dibujos de gran formato, que llegan a medir hasta 3 x 3 m o 7 x 1 m. Los más pequeños pueden ser de 40 x 50 cm. Han sido trabajados en tinta china y témpera sobre papel de algodón. Algunos fueron creados para escenografías de música y de danza.
Dice Paula: “Dibujar se ha convertido para mí en una manera aguda de mirar la vida, una herramienta poderosa de exploración, que inventa, interpreta, recuerda, describe, marca, analiza. Dibujar es como hablar en un idioma nuevo, con otras sutilezas y descripciones no verbales, buscando la elocuencia visual para retratar a personajes que anhelan robar un poco de energía a la fugacidad de la vida, en la mesa, durmiendo, corriendo como locos en un bestiario imaginario. O sentados, callados, esperando que pase algo. O felices en el lomo de una iguana.
Mis dibujos exploran la carrera del ser humano hacia sus metas inalcanzables, o representan las aventuras y desventuras de mi generación. Trabajo con temas que me dan espacio para contar mis experiencias y mi manera de ver a los demás: animales, actos, personas sin cabeza, que viven así dentro de cuatro paredes, con trabas físicas o timidez excesiva. Y que en casos como el mío, cuando nos hacen asustar, expulsamos tinta como los calamares para poder huir. Porque los animales son como humanos y los humanos somos animales en el fondo.”
Refiriéndose a este trabajo, la periodista Milagros Aguirre escribió: “Una vez abierta la Caja de Pandora el relato fluyó por sí solo: emergieron transeúntes y paisajes vistos en la ruta de un autobús. Surgieron formas donde se juntan angustias y temores con la ironía, el sarcasmo y el humor”.